Patrones de comportamiento

Desgranar los problemas en base a las soluciones intentadas

A lo largo de nuestra vida, pasamos por numerosas situaciones, muchísimas de ellas enriquecedoras, y por supuesto también otras muchas complicadas. ¿Esa es la vida no? No es de color de rosa por mucho que así la hayamos querido pintar.

En base a esas experiencias vividas, solemos crear lo que llamamos modelos o patrones de comportamiento, que ponemos en práctica cuando intentamos solucionar un problema.

Estos patrones hacen referencia a aquellas reacciones que tenemos de pensar, sentir o actuar ante una determinada situación. Dicho de otra manera, nuestra memoria va almacenando todas esas reacciones que vamos teniendo a lo largo de nuestra vida, como si de un ordenador se tratara, para poder sacarlas y utilizarlas en cualquier momento.

¿Cómo creamos esos patrones?

La creación de esos patrones se da desde que somos bien pequeños. Es decir, las aprendemos a través de la observación de nuestros padres, abuel@s, tí@s, herman@s o de cualquier persona con la que hayamos tenido un contacto significativo para nosotros. Pero también son creadas a partir de nuestras propias reacciones (entendiendo éstas como ideas, pensamientos, emociones, sensaciones físicas, etc.) frente a cualquier acontecimiento.

Por poner un ejemplo sencillo, probablemente una persona que tenga miedo a los truenos o tormentas, no tendrá la misma reacción, que una persona a la que le es indiferente.

En definitiva, todo lo que nuestros sentidos perciben lo captamos a nuestra forma de ver, a nuestra propia manera, creando nuestro modelo de mundo. Esto es lo que los terapeutas breves llamamos nuestro sistema de creencias. Y este sistema de creencias, lo guardamos en nuestros archivos internos, tal cual hacemos con un artículo en el ordenador, para cuando algún día lo necesitemos, ya sea para bien o para mal.

Así pues, en presencia de una dificultad, sacamos de nuestra memoria ese archivo, ese patrón de conducta, poniéndolo en práctica. En muchas ocasiones, estos obstáculos son resueltos y salimos triunfadores. Pero quizás, ante nuevas circunstancias nos ocurra lo que decía Oscar Wilde “con las mejores intenciones, los peores resultados”. Es decir, ante nuevas circunstancias lo que bien me funcionó hasta el momento, ahora ya no funciona. E incluso, al insistir en realizarlas una y otra vez, no sólo conseguimos que el problema se mantenga, sino que además lo empeoramos. Nuestras soluciones intentadas no funcionan. En palabras cotidianas, tropezamos con la misma piedra una y otra vez.

A continuación, os muestro un ejemplo bastante habitual:

Persona adulta que tiene dificultad en dormirse. Como decían Watzlawick. P, Weakland, J.H. y Fisch, R. (1992), las soluciones intentadas que aplican la mayoría de personas que tienen esta dificultad “es el de intentar forzarse a sí mismos a dormir mediante un acto de voluntad, con lo que únicamente logran mantenerse aún más despiertos. El sueño, es un fenómeno que tan sólo puede tener lugar espontáneamente, pero no puede ocurrir por sí solo si se le desea mediante un esfuerzo de voluntad”.

Es decir, el sueño es algo natural, que aparece sin que nosotros tengamos que forzarnos para ello, aparece de manera involuntaria. Por lo que acostarnos en la cama y pensar reiteradamente “tengo que dormir”, hace la función contraria a la que queremos, mantenernos despiertos.

La persona, al ver que pasa el tiempo y no dormirse, empieza a desesperarse, consiguiendo así que lo que inicialmente era una “cura” para conseguir dormir, sea en realidad una “enfermedad”.

Cómo veis la acción repetitiva por solucionar una dificultad, es lo que hace que no puedan salir de la misma. Y es aquí cuando las soluciones intentadas se convierten en parte del problema.

Ejercicio sobre soluciones intentadas

Como ejercicio personal, os animo a pensar en qué cosas soléis hacer para dar solución a cualquier inconveniente que se os presente, y si eso que hacéis para intentar solucionarlo ayuda a mejorar o por el contrario empeora la situación. Si la empeora, quizás es hora de plantearos acudir a terapia y desarrollar otras acciones que si nos funcionen a largo plazo.

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