Asociamos los días soleados, de buen tiempo, a la alegría. Esos días en los que te pones al solecito sentada en una silla, cierras los ojos y disfrutas del momento. Sientes como el sol calienta tu cara, tus manos, tu cuerpo y piensas ¡Qué agusto se está aquí!

En cambio, los días grises, días de tormenta o días de lluvia, a muchas personas le resultan ser un incordio, afecta a su estado de ánimo, mostrándose más cansados, más apenados. De hecho, muchos señalan que estos días son “depresivos”.

En la provincia de Cádiz, de donde soy, tenemos la suerte de contar con días soleados la mayor parte del año. Podríamos contar con pocos dedos los días en los que el sol se nos esconde. Sin embargo, ¿estamos por ello más ajenos a sentir sintomatología depresiva? ¿Están los ingleses predestinados a padecer más depresión tan solo por vivir donde viven?

La respuesta es clara. ¡No! Obviamente puede afectarnos a nuestro estado de ánimo tener días grises pero la depresión es mucho más que eso.

¿Qué es la Depresión?

La depresión es un trastorno del estado de ánimo, que afecta a muchísimas personas.

Algunos de los síntomas que pueden indicar un cuadro depresivo son:

Estado de ánimo triste, llanto continuo que puede ser desconsolado. La persona se siente desmotivada para hacer cosas, sin ilusión y sin energía. La persona puede sentirse triste, vacía sin esperanzas, pero también podría sentirse irritable.

El interés o la capacidad para sentir el placer de las actividades que realiza, se ve afectado, produciéndose un descenso del mismo.

Sensación de cansancio, de no tener energía casi a diario, fatiga.

Sentir culpabilidad casi cada día o tener sentimientos de inutilidad.

Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse. Dificultad en tomar decisiones.

Insomnio o hipersomnia casi cada día.

Pérdida o aumento de peso sin hacer dietas. Pérdida o aumento del apetito casi cada día.

Agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día (observable por los demás, no sensaciones de inquietud o de estar enlentecido).

Pensamientos negativos constantes, que podrían llegar a ser pensamientos de suicidio.

Sin embargo, hay una característica que diferencia a la depresión de otros trastornos. Se trata del estado de renuncia.

Renunciar

La persona que la padece deja de involucrarse en su vida, de tener iniciativa propia, y termina por abandonarse.

Puede renunciar de manera parcial, en algún ámbito de su vida como puede ser el trabajo o las relaciones sociales. Por ejemplo: una persona que ha tenido una decepción con una amistad, decide renunciar en el ámbito relacional y decidir “ahora mejor solx que mal acompañadx”. Y también puede haber una renuncia total.

Por lo general, la renuncia parcial va alcanzando poco a poco la renuncia general. ¿Por qué? Pues porque a medida que se va dejando el papel protagonista en nuestra vida, a medida que se van dejando de hacer cosas, se va perdiendo el sentido de las mismas. A menudo pensamos que dejamos de hacer las cosas porque la persona con depresión deja de ver el sentido a hacerlas, pero la realidad es que se trata de lo contrario. Es decir, se pierde el sentido de hacerlas porque dejamos de hacer las cosas.

Quizás con el siguiente ejemplo lo veáis mejor: No es que la persona con anorexia no tenga apetito y por ello no coma, sino que el hecho de no comer va haciendo que no tenga apetito.

De esta forma el circulo cada vez es mas fuerte. Al ir abandonando, al ir dejando de hacer cosas o actividades, éstas van perdiendo el sentido, hasta que llega un punto en que ni siquiera tiene sentido levantarme de la cama cuando me despierto por la mañana. Así es como se activa la renuncia global.

Depresión

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