Muerte Gestacional y Perinatal
Hoy, día 15 de octubre, se celebra el día internacional de la Muerte Gestacional y Perinatal, con motivo de concienciar y dar visibilidad al duelo que sufren numerosas familias tras la pérdida de sus bebés a lo largo de la gestación, durante el parto o al poco de su nacimiento.
A decir verdad, me resulta difícil hablar sobre ello, quizás más aun estando embarazada, pero no podía dejarlo pasar. Por ellos, por los bebés estrellas, por sus familias. Merecen ser escuchados, apoyados, merecen ser visibles. Por eso aquí va mi granito de arena y todo mi apoyo a la causa.
Por lo general, las mujeres se perciben como madres desde el instante en el que verifican que están embarazadas. Desde ese preciso momento se pone en marcha una cadena de cambios, tanto físicos como emocionales, que abren paso a su nueva identidad, la identidad como madres. Próxim@s a ellas se encuentran su parejas, sus familias, y juntos iniciaran un camino de ilusiones, expectativas y fantasías sobre numerosas cuestiones relativas al bebé, como el nombre, su carita, el color de sus ojos, etc. Juntos crearan una ilusión, la ilusión que conlleva la llegada de un nuevo miembro a la familia.
Sin embargo, a veces esas fantasías se ven truncadas, dejándonos gélid@s, sin aliento, matándonos por dentro. Expresiones como “no hay latido” o “presenta anomalías no compatibles con la vida”, no entraban dentro de esa fantasía, al igual que tampoco entra en los casos que se produce el fallecimiento tras el nacimiento.
Técnicamente, se considera muerte gestacional a aquella que se produce desde que te quedas embarazada hasta las 22 semanas de gestación, muerte perinatal, a aquella que tiene lugar desde la semana 22 de gestación hasta los primeros siete días de vida y, mortalidad neonatal desde el nacimiento hasta los 28 días de vida.
Pero más allá de cuándo se produzca la pérdida, si en las primeras semanas de gestación, a mitad, a final del proceso o al poco de nacer, más allá de eso, está el sentimiento y el sufrimiento de esa madre, de ese padre, de esa familia. Para ell@s da igual el momento en el que se produce, para ell@s ya es su hij@ desde el primer minuto que tuvieron conciencia de su existencia, y los sentimientos generados tras su muerte están presentes cómo en cualquier otro duelo, con el dolor añadido que produce la incomprensión o la falta de empatía por parte de la sociedad en la que vivimos.
¿Incomprensión? ¿Falta de empatía?
Os preguntareis. ¡Si! Tristemente son duelos negados, silenciados, incomprendidos y desautorizados, duelos en los que, en muchas ocasiones, la información recibida está muy lejos de mostrar apoyo, duelos en los que se les niega a las madres y a los padres numerosas veces la posibilidad de manifestar y sentir su dolor, y aún más cuando se trata de una pérdida temprana o de un embarazo que no se percibía.
¿Cuántas veces habrán llegado a los oídos de estas madres y estos padres, frases “de consuelo” como “ni siquiera lo habéis conocido”, “ya tendréis otro bebé”, “estabas de muy poco, aun no era persona”, “con lo joven que eres ya vendrán más”, etc.? Tras esas expresiones hay personas cuya única intención posiblemente sea la de ayudar, sin saber muy bien de qué manera hacerlo. Pero no caen en la cuenta que esos padres lo que recogen de esas frases es que la importancia de esta vida parece menor en comparación con otras.
¡Así que no! ¡No! Familiares, amig@s, profesionales, sociedad en general, esas palabras no consuelan. No podemos quitarle importancia, hay que darle la importancia que merece. Se trata de una pérdida y quienes la viven deben llevar su duelo. Y cómo en cualquier otro, debemos acompañarlos, cogerles de la mano, abrazarlos y respetar su dolor. Y con esto no quiero decir que haya una manera determinada de vivir el duelo, ya que cada persona lo vivirá de una manera. Me refiero a que tengan un espacio dónde puedan sentirlo de la forma que crean adecuada. Al fin y al cabo, acompañar el duelo no es otra cosa que dejar que el tiempo avance, dejar que el dolor viva y se exprese, para así poder aceptarlo e integrarlo.
A día de hoy, cada vez es más frecuente encontrarnos con casos en los que las madres y padres que pasan por una muerte gestacional y perinatal dicen sentirse acompañados, apoyados e informados. Cada vez existen más recursos tales como asociaciones y grupos de apoyo al duelo. Sin ir más lejos, en mi ciudad, Jerez, podemos acudir a Maternés Psicología, donde, entre otros servicios, prestan círculos terapéuticos enfocados a la intervención y el acompañamiento del duelo. Pero aun teniendo en cuenta estos avances, nos queda un largo recorrido.
¡Construyamos ese camino! ¡Concienciémonos como sociedad de la existencia de estos duelos! ¡Démosle voz!
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