Según los expertos, existen ciertas emociones básicas o primarias, universales, y en base a ellas, surgen el resto de emociones infinitas. Dentro de estas emociones básicas se encuentra el miedo.

Generalmente cuando se habla de miedo, lo impregnamos de connotaciones negativas, pero, ¿qué es el miedo? Como decimos, es una de nuestras emociones básicas cuya función principal es alertarnos de la existencia de un peligro para que nos protejamos del mismo. No hace falta decir que las sensaciones que provoca suelen ser intensas y desagradables. ¿Quién no ha sentido miedo alguna vez? Sabéis de lo que hablo.

Ante una amenaza, nuestro cuerpo actúa retirando la sangre de nuestro rostro (dando así explicación a la palidez), haciendo que fluya hacia las piernas por ejemplo para favorecer la huida, el corazón palpita a más velocidad de lo habitual, las pupilas se dilatan en señal de alerta, la respiración se acelera y los músculos se tensan. Todas estas reacciones fisiológicas nos predisponen para huir o para luchar.

Como en alguna ocasión he mencionado, las emociones tienen su parte buena y su parte mala. En el caso que acabamos de exponer, se trataría de la parte adaptativa del miedo, ya que nos predispone a protegernos de un peligro. Sin embargo, también puede aparecer la parte menos adaptativa, en la que se apodera de nosotros y puede afectar a nuestro día a día, dejándonos paralizados.

Miedo al fracaso, al rechazo, a volar, a conducir, a hablar en público, a la muerte, a algún insecto, a las aglomeraciones de gente, … y sin irnos muy lejos del panorama actual, miedo a contagiarnos de Covid. Existen miles, y a lo largo de nuestras vidas nos hemos enfrentando a diferentes situaciones que nos han provocado miedo, y que, si no hemos tenido las herramientas o estrategias necesarias para gestionar esta emoción, nuestros miedos han podido evolucionar a algo más.

¿Cómo pasamos del miedo al pánico?

El pánico es el miedo multiplicado por mil. Las reacciones fisiológicas que aparecen en el miedo se ven intensificadas (aumento considerado de la frecuencia cardiaca, dificultad en la respiración provocando hiperventilación, opresión en el pecho, debilidad en extremidades, etc.) y surgen pensamientos del tipo “voy a morir”.

La mente está siendo atacada por estímulos de alerta y por requerimientos de control (tanto de la situación como de las reacciones fisiológicas que manifiesta mi cuerpo y que son incontrolables), lo que le hace entrar en un estado de confusión.

Cuando entramos en pánico, aquello que inicialmente era considerado peligroso, que nos provocaba ese miedo, pasa a convertirse en un miedo a las propias reacciones de nuestro cuerpo, llegando a originarse el miedo al miedo.

Llegar a este punto puede deberse a dos causas: una de ellas iniciada de manera espontánea, en la que el cuerpo reacciona de manera excesiva ante ese estímulo temido (que es lo que suele ocurrir la primera vez que se vive un ataque de pánico). La otra es provocada por la propia persona, que al prestar atención a lo que le ocurre, se asusta de estas reacciones y entra en el circulo vicioso de pensamientos que mantiene dicho estado.

En definitiva, estos miedos pasan de ser un mecanismo de alerta para protegernos, a una actitud que nos paraliza impidiéndonos seguir nuestro camino.

¿Qué solemos hacer ante una situación de miedo?

Os pongo varios ejemplos de actuaciones habituales en tres personas con diferentes miedos:

En personas con problemas de agorafobia, ante la sensación de sentirse solos e incapaces de hacer frente a su malestar, suelen desarrollar dos intentos de solución: la evitación y la petición de ayuda a personas cercanas. La primera de ellas conduce a una secuencia de evitaciones, hasta que se llega a evadir cualquier exposición. La segunda, del mismo modo contribuye a empeorar el problema, ya que llegados a un punto no se sentirán capaces de hacer nada si no están en compañía.

En personas con ataques de pánico, suele desarrollarse un intento de control del propio cuerpo que les lleva al bloqueo general. Esto alimenta el problema ya que acaba provocando aquello que se teme, que se activen esas reacciones psicofisiológicas comentadas en párrafos anteriores. A ello, debemos sumar las respuestas que les dan sus familiares, quienes, sin darse cuenta, le transmiten el estado de gravedad de lo que le ocurre, confirmando sus miedos.

En personas que presentan ideas hipocondriacas, miedo a contraer cualquier enfermedad, lo que suelen hacer es vigilarse constantemente en busca de posibles síntomas físicos. El hecho de revisar y controlar su propio organismo, hace que encuentre síntomas normales de alteración orgánica, lo que les produce un aumento de dicha tención obsesiva. Por otro lado intentan corroborar aquello que creen que tiene con diversas visitas médicas, pero aun teniendo diagnósticos negativos al respecto, no se reduce ese miedo, sino todo lo contrario ya que inician pensamientos del tipo : “mi enfermedad es tan difícil que no hay forma de descubrirla”.

En definitiva, la persona con miedo percibe la situación desde la lente de ese miedo y no proyecta a largo plazo, tan solo origina respuestas basadas en lo que percibe en ese momento para tener un alivio momentáneo e inmediato.

¿Qué alternativas tenemos?

Obviamente el miedo en sí, no lo podemos erradicar de nuestras vidas, ya que, en muchas ocasiones, como hemos comentado, nos ayuda; sin embargo, cuando adquiere su formato desadaptativo es necesario aprender a gestionarlo, para evitar que nos bloquee.

De nada sirve negar que tienes miedo, razonar o luchar contra él. Cuanto más intentas razonarlo, más se incrementa la sensación de miedo, al darnos cuenta que es racionalmente incontrolable.

Por suerte, la mayoría de los miedos son imaginarios, construidos, aunque nuestra mente no sea consciente de ello. Ya sabemos que nuestra mente tiene una gran imaginación y al igual que puede transportarnos a cosas maravillosas, puede hacerlo a cosas terroríficas.

Muchos de nuestros miedos se basan en creencias erróneas o en pensamientos catastróficos. Es importante identificarlos y empezar a cuestionarlos, ya que esto nos puede permitir comprender y diferenciar lo que es un peligro real y lo que es un peligro percibido.

No nos queda otra que hacerles frente. Para ello deberemos adquirir herramientas que nos ayuden a plantarle cara y nos permitan exponernos a esa situación que tememos.

Así que, si consideras que el miedo esta tomando las riendas de tu vida, o te esta incapacitando en algún aspecto, en Cambio podemos ayudarte a identificarlo y superarlo.

¿Estáis preparadxs para el cambio?

#cambio #change #chance #emocion #miedo #bienestaremocional #cuidadopersonal #psicologia #terapia #terapiabreve #terapiabrevestrategica #panico #miedoalmiedo #gestiondeemociones