Lactancia

Las mujeres disponemos, de manera natural, de una herramienta increíble y maravillosa, la leche materna. Con ella podemos nutrir a nuestrxs hijxs y protegerles, ya que va cambiando en función de sus necesidades nutricionales e inmunológicas, y además potenciamos la seguridad en ellxs mediante el vínculo que se crea al amamantar. Por otro lado, la mamá se llena de orgullo y satisfacción, se empodera, al ser capaz de cubrir las necesidades de su criatura, a través de la lactancia.

La leche materna y todo lo que la rodea, garantiza que las necesidades de calor, alimento y protección se cubran.

A nivel fisiológico, es ya en las contracciones del parto, donde se da un aumento de oxitocina, que tras el nacimiento y con el amamantamiento ascenderá a niveles más altos. Este hecho proporciona placer en el encuentro.

A nivel de la psique, cuando la mamá amamanta, no solo está alimentando a su bebé. También lx toca, lx mira, lx acaricia, lx siente, lx estimula y está en contacto físico estrecho.

En definitiva, amamantando a nuestros bebes, no estamos contribuyendo sólo a su alimentación, sino que también potenciamos ese vínculo maravilloso entre ambos.

Con todo esto, puede parecer que el periodo de lactancia materna es un camino de rosas, pero como en casi todos los caminos que emprendemos, pueden aparecer piedras. Unas más fáciles de retirar que otras.

Lactancia materna, un camino de rosas y espinas.

En la lactancia, pueden aparecer piedras en forma de grietas, mastitis, ingurgitaciones, etc. lo que dificulta el hecho de amamantar. De hecho, existen casos en los que se complica y que la madre, a nivel psicológico “puede desarrollar una fobia a dar el pecho a su bebé, que además suele ser silenciada en ocasiones por la presión social y la culpa, sintiendo que no está pudiendo cuidar adecuadamente a su criatura” (E. Ramírez, 2020).

Estas piedras, y la falta de apoyo social o la falta de modelaje en el acto de amamantar puede ocasionar abandonos en la lactancia.

Y ahora que estáis en este punto, que habéis llegado hasta aquí, quizás penséis: ¡Es una flipada de la lactancia materna!

Y ¡si! ¡Lo soy! Me considero defensora de la lactancia materna y me encanta conocer sobre ella, sobre lo que implica a nivel fisiológico y psicológico tanto en la madre como en la criatura. Realmente me parece algo fascinante.

Sabemos que la lactancia materna es más que una forma de alimentación, que es la herramienta fisiológica del vínculo. Pero eso no significa que sin este tipo de lactancia no se pueda tener ese vínculo.

A nivel fisiológico, la oxitocina también se libera con las caricias, cuando hacemos colecho, cuando hacemos el porteo, etc.

Lxs bebes nutridos a través del bibi pueden beneficiarse también de una alimentación a demanda, con ese contacto estrecho, en brazos (a ser posible con su madre o sino con otra sola persona de referencia para que se establezca el vínculo primario).

Simplemente lo que hay que intentar es que a estos bebes que no disponen de leche materna, lo único que les falte sea eso, la leche, pero que reciban el mismo tipo de contacto y de relación que si estuviese siendo amamantado.

En base a esto, existen una serie de recomendaciones sobre cómo dar un biberón. Os pongo aquí algunas de ellas.

  • Ten al bebe en brazos siempre, sujetando el bibi sobre el pecho.
  • Mírale a los ojos, háblale despacio y con cariño.
  • Cambia de lado cada toma.
  • Aliméntale a demanda y evita los horarios rígidos.

Para terminar, he de decir algo que desde mi punto de vista es imprescindible. Defiendo la lactancia materna, pero el hecho de juzgar a una mujer por el tipo de alimentación que elije, me parece despreciable. No hay madres de primera, ni madres de segunda.

Sea cual sea la elección de la madre, (lactancia materna, artificial o mixta), ha de sentirse libre de hacerlo, sin juicios. Y necesitará ser acompañada con respeto y cariño.

Y es que, como dice Armando Bastida, “el amor no está en la leche, está en el corazón”.

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