En la Terapia Breve se produce un encuentro entre dos o más personas con una finalidad de cambio, en el que el terapeuta tiene por objeto ayudar a que aquellos que solicitan nuestra ayuda, consigan lo que ellos se propongan para la terapia, aprovechando su manera de hacer las cosas y no imponiendo lo que una teoría psicológica marque. Como decía De Shazer en el año 1985, tenemos que evitar la tentación de “arreglar lo que no está roto”. En otras palabras, los terapeutas breves nos centramos en aquello que la persona quiere cambiar y no en otros aspectos.

Para ello, se emplean diversas estrategias y técnicas, las cuales no son magia. Por sí solas no funcionan, sino que están influidas por la forma en cómo las usamos y por la intención con la que cada profesional las pone en práctica. Con esto quiero decir, que todo recorrido terapéutico se crea en base a unas estrategias, unos principios clínicos y a unas premisas teóricas.

En mi caso, las premisas teóricas son de tipo constructivista y sistémico. Y así me acerco a la Terapia Breve.

¿Cómo funciona?

Cuando oímos la palabra breve, damos por hecho que se trata de una terapia en la que la rapidez es una de sus características. Y, a decir verdad, más bien es todo lo contrario.

Cuando hablamos de breve, nos referimos, entre otras cosas, a que aquellos que acuden a consulta consigan lo que buscan con el menor número de sesiones posibles, siendo éstas las que sean necesarias, sin prisas. Suelen rondar entre 15 y 17, y su duración no está marcada. Si bien es cierto que no suele sobrepasar la hora y media (dependiendo del caso y del momento en el que nos encontremos). El objetivo es que la terapia dure lo que tenga que durar, pero sin caer en aspectos no relevantes para la misma, cosa que suele ocurrir en terapias más duraderas.

Por lo general, estamos acostumbrados a buscar los motivos de las cosas que nos pasan. Sin ir muy lejos, cuántas veces hemos pensado ¿de dónde viene ese miedo a los perros? o ¿de dónde viene esta inseguridad? Sin embargo, nada ni nadie nos asegura que buscar en el baúl de los recuerdos, conocer de dónde vienen nuestros problemas, sea la ayuda que necesitamos para ponerles fin.

En la terapia Breve, buscamos estar al tanto de cómo funciona el problema, hoy y ahora, dejando a un lado el motivo por el cual apareció, y centrándonos en aquello que venimos haciendo para arreglarlo.

Muchos de vosotros podéis caer en la cuenta que ante un problema en concreto, ponemos en marcha una serie de acciones para solucionarlo. En ocasiones lo conseguimos, o al menos momentáneamente. Pero otras, sin darnos cuenta, empleamos acciones tan similares entre ellas que acabamos haciendo más de lo mismo, construyendo la pescadilla que se muerde la cola.

Es aquí, donde entramos en juego, donde se programan estrategias capaces de romper esa pescadilla entre el problema y lo que hacemos para solucionarlo, donde promovemos el cambio.

Así que, ¿estas preparado/a para el cambio?