Decir no

¡No!  

Parece fácil pronunciarlo. A ver, dilo en voz alta….

¡Vaya! ¡Lo pronuncias genial! Y se te entiende a la perfección.

Entonces… ¿Por qué te cuesta tanto decir no?

Si te pidiesen que fueras a tirar la basura desnudx, o que sacases dinero y lo dejaras allí encima para que otra persona lo disfrutase, ¿Qué dirías? Posiblemente dirías q no y además bien clarito y casi de inmediato.

Así que deducimos que lo que cuesta no es pronunciarlo, sino más bien, lo que hay detrás, esa implicación emocional que conlleva.

Ayudar a los demás y estar ahí cuando te necesitan es un acto que te hace sentir bien; por un lado, por brindar esa ayuda, y por otro, por sentirte queridx. Pero, ¿Qué ocurre cuando no quieres hacer lo que te piden, y aun así lo haces?

Por lo general, cuando nos proponen algo que no queremos hacer, aparecen pensamientos o sentimientos como “me siento culpable por decirle que no”, “soy un mal hijo por no ayudarlo”, “que egoísta soy”, “me van a echar por no quedarme el día que me lo pidió mi jefa”, “si le digo que no, va cambiar nuestra relación”, “se va a enfadar conmigo”.

Pero, ¿Qué hay detrás de estas frases?  ¿Temor a herir al otro? ¿Miedo a no estar a la altura? ¿Temor a ser juzgados?

Nos da pánico ser juzgados por los demás y por ello anteponemos las necesidades de los demás a las nuestras, lo que hace que después nos sintamos como el culo con nosotrxs mismxs, y que en mas de una ocasión hasta nos insultemos. ¿Te suena la frase, ¡es que soy gilipoyas!? ¿Quién no se ha cabreado consigo mismx cuando ha hecho algo que realmente no quería hacer?

Actuar así de manera habitual, puede hacerte sufrir mucho.

¿Eres de lxs que le cuesta decir no y estás ya hasta el mismisimo?

¡Te acompañamos en tu proceso de cambio!

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